Duele

•6 octubre 2018 • Deja un comentario

Me han dicho que se te ve muy solo.

Y aunque pueda parecer mentira después de tantos años, eso aún me quita el sueño. Todavía quiero abrazarte. Me duele no haber sido lo suficiente para ti, porque me tendrías a tu lado hoy si tu hubieras querido.

Me ha costado mucho tiempo darme cuenta, y sobre todo aceptar, que no me quisiste nunca. Que nunca hubo nada más que el cariño de dos críos que compartieron sus veranos mientras crecían. Que fuimos amigos si, pero que nunca me viste de la manera que yo quería. Que fueron absurdos todos los años que pasé calculando cada puente o vacaciones que íbamos a compartir, esperando que por fin te decidieras a dar un paso que nunca quisiste dar.

He pasado muchos años castigándome por no haber sido lo suficiente,tratando de llenar con comida el vacío que se quedó en lo mas profundo mi alma cuando entendí que todo había sido en vano, que todos los momentos compartidos fueron geniales y bonitos, pero que no iban a ser nunca nada más. Todavía hoy me duele.

Me duele porque se que todo esto no es culpa tuya, que nunca lo buscaste y que no se puede obligar a querer a nadie. Pero también me duele por mi, porque no supe gestionarlo como debía. Porque he dejado que sigas ahí, en un rincón oscuro de mi alma, porque en este momento aun sigo imaginando el hilo rojo que une tu meñique al mío. Y soy consciente de lo absurdo de la situación, mas no puedo hacer nada por evitarla. Y me duele.

Y contra más me duele, más me castigo. Y cuanto más lo hago, peor me siento, y aún más sola. Hay días en los que siento que me ahogo, que no puedo más, que la sonrisa va congelada en mi cara pero que por dentro sólo hay un hueco, un vacío enorme que no consigo llenar de ningún modo.

Y solo consigo disimular, seguir adelante otro día, sin que nadie lo note, que nadie lo vea, que nadie sepa. Nadie debe saber que por dentro estoy rota, hueca y sintiéndome terriblemente idiota por dejar que alguien me haga sentir que no valgo nada desde hace tantos años.

Luna llena

•16 octubre 2016 • Deja un comentario

Hoy quiero ver la luna. Hoy quiero volver a aquellos tiempos en los que una botella de kalimotxo, una bolsa de pipas, la orilla del río y tu hombro bajo mi cabeza eran el mejor observatorio de la historia. Quiero volver a escuchar tu voz enseñándome las constelaciones, sentir el brillo de la luna sobre nosotros y ver su luz reflejada en tus pupilas. 

Quiero otra noche de luna llena, quiero oír la melodía del agua deslizándose entre los cantos rodados y paseándose entre nuestros pies. Quiero volver a ver su luz bañando tu cara mientras me sonreías cuando nos bañábamos bajo aquel puente.

Quiero volver a tener la luna como testigo mudo de nuestros más oscuros pensamientos. De aquellos planes que se quedaron a medias y de aquellas palabras de amor que murieron en nuestros labios antes de brotar.

Quiero estar bajo aquella luna llena. Quiero volver a ser por unos instantes aquella cría tímida de entonces para poder girarme hacia ti y besarte hasta perder el aliento.

El hombre que camina entre las nubes.

•3 May 2016 • 1 comentario

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Hay momentos en la vida en los que lo único que me apetece es abrir una ventana y esperar a que el hombre que camina entre las nubes pase ante ella y me tienda su mano para llevarme con él. Como si fuera tan sencillo reencontrarme con él, como si él estuviera dispuesto a llevarme de lastre tras de sí.

Hay días en los que lo daría todo por poder ver las cosas como él, desde arriba, con movimiento y perspectiva, con un futuro bonito y feliz entre las nubes. Con la brisa guiando mis pasos inseguros y su mano sujetando la mía con firmeza. Los problemas parecerían más pequeños desde allá, los sentimientos negativos se los llevaría el viento que nos empujaría y desequilibraría pero que a la vez nos guiaría a nuestro destino, más allá de las nubes, donde el cielo por fin es azul y limpio. Como si fuera posible imaginar un pasado y un futuro juntos. Como si aún fuésemos los niños de ayer.

El cable sobre el que caminaríamos bailaría acompasado bajo nuestros pies a medida que nos vamos adentrando entre las nubes. Y sólo allí, ocultos entre ellas, él me abrazaría y me daría el beso mágico podría devolver el calor a mi alma. Como si alguna vez nos hubiéramos pertenecido. Como si nos conociéramos desde siempre. Como si el hilo rojo del destino nos hubiera estado guiando el uno hacia el otro desde el principio de los tiempos.

Para siempre

•10 abril 2015 • 1 comentario

Abuela, han pasado años pero aún recuerdo lo cálidos y amorosos que eran tus abrazos y lo querida que me sentía mientras tus dedos peinaban mis rizos como si fuera una niña. 

Es imposible pasar esta fecha sin echarte de menos, te llevaré siempre en mi alma abuelita. 

Ojalá hubieras conocido a Diablillo, te hubiera encantado.

Retomando este hueco en las nubes

•8 abril 2015 • 3 comentarios

Cada vez que me siento con ganas de retomar ésto, ocurre algo que hace que me olvide de mis ganas escribir. Pasan los días y al final siempre surge algo distinto que ocupa mi cabeza. Pero me he dado cuenta de que las redes sociales no son el mejor sitio para desahogarse, no tengo muchos contactos, pero si los suficientes como para no sentirme cómoda diciendo lo que sea que me pasa por mi cabeza. Así que ¿qué mejor forma de darle uso a este espacio olvidado que usarlo de diario para esos días en los que tienes ganas de compartir algo?

Maravillas de la maternidad

•25 septiembre 2013 • 6 comentarios

vdciu-7202«Cuando llega un bebé a casa el insomnio entra por la puerta grande,  los escrúpulos saltan por la ventana y la paciencia se ve multiplicada por mil.»

Alguien debería avisarnos antes, quiero decir, una no es ingenua y ya ve venir todo lo que acarrea tener un hijo, las responsabilidades, el cambio de vida que supone pero, hubiera agradecido que la sociedad no lo pintara todo tan de rosa y alguien me hubiera dicho bien claro: «Es algo jodido, un sacrificio a todos los niveles, pero compensa».

Quiero a mi hijo sobre todas las cosas, quede dicho de antemano. Pero ya desde el parto el pequeño Diablillo vino marcando sus sacrificios, dos días de hospital intentando que saliera, para acabar en una cesárea de urgencia. Toda una odisea con la que me inicié como madre, si señor, que ya que se pone una a hacer las cosas, las hace por la puerta grande, (¿no veis que soy de bien cerquita de Bilbao? jejeje).

Y después de la operación, los nervios de ser novatos, Diablillo reclamando comida cada nada, pañales, trastos para sorber los mocos (por diox qué cosa más asquerosa!), polvo y pelos de gato acumulándose por doquier, llegaron los cólicos. Que para los que tenéis la suerte de no conocerlos se resumen en que el niño llora mucho (muchííísimo) sin saber muy bien el por qué y sobre todo por la noche (ya que si fueran a media mañana no tendrían tanta gracia). Así que, aprendí que se puede dormir en el sofá recostada, con los pies helados, el brazo que sostiene al bebé dormido como un leño y la espalda partida y sin hacer el más mínimo ruido o movimiento brusco no fuera a ser que Diablillo despertara y volviera a berrear.

Por suerte los cólicos pasan, poco a poco consigues dormir un poco más y dejas de ser ese zombie de las primeras semanas. Los despertares nocturnos se van reduciendo y a veces si hay suerte aguantas hasta la madrugada sin oírle llorar. y entonces sucede: te ves por primera vez en el espejo y te das cuenta de los pelos espantosos que llevas, de que no has tenido un rato para ti en mucho tiempo y de que la ropa de antes del parto, obviamente, no te queda bien.  Pero el que te des cuenta de ello, no quiere decir que tengas tiempo de ponerle remedio. Te tiras casi otro mes hasta que por fin empiezas a ser tu misma de nuevo.

Por fin poco a poco ves que la vida tal y como la conocías no ha acabado, ha cambiado un poco si, de eso no hay duda pero de algún modo vuelves a recuperar tu espacio. Y ahora por fin, después de siete mesazos, puedo decir que todo merece la pena. El placer de acunarlo en brazos cuando ya hace tiempo que se ha dormido, simplemente por la ternura que te inspira es algo que no se puede comparar con nada, su primera sonrisa, su primer «ama»…

Ahora, también es cierto que casi comparable al amor que sientes por él, es la paciencia que te hace sacar en algunas ocasiones en las que te lleva al límite. Menos mal que estamos programados para amarlos sobre todas las cosas.

Marimacho, ¡¿y qué?!

•18 septiembre 2013 • Deja un comentario

Siempre he sido «grandota», más alta que los chicos de mi clase del cole, con cierto sobrepeso, y nada femenina. A pesar de ello, nunca me he sentido discriminada, y eso que los niños de entonces también eran terribles.  Simplemente siento que me faltó esa sensación de estar a gusto con una misma, aunque siendo sinceros, ¿algún adolescente lo estuvo alguna vez?

Mi problema siempre fue mi terrible timidez, si le hubiera echado mas cara a la vida, otro gallo me hubiera cantado.

En fiestas de Vitoria pude ver en directo un monólogo de humor de una mujer que me pareció muy divertido. A ratos me identifiqué con ella y en otros en cambio sentí cierta envidia de que si hubiera tenido algo más de carácter, podría haber soltado un par de frescas a algunos que si que se las merecieron.

Pero bueno, cada uno es como es, y cada uno sigue su camino en la vida a su manera; yo creo que siempre fui muy ñoña, no me hubiera importado ser así de macarra.  Os dejo con el video de María «La Vikinga», espero que al menos os haga sonreír.

Me niego a dejarlo morir

•15 septiembre 2013 • 7 comentarios

Pues eso, que me niego a dejar morir este pequeño rinconcito de la red en el que tantas cosas he compartido y en el que tantas buenas personas he conocido, al menos vitualmente hablando.
Siempre digo lo mismo, como si fuera una promesa de esas que se hacen a fin de año como dejar de fumar, empezar la dieta, escribir en el blog regularmente… pero esta vez espero tener cierta constancia de nuevo.

Hace poco recordé todas aquellas Crónicas chusticieras que escribí, y me dió cierta nostalgia de todo aquello y me entraron ganas de escribir de nuevo. Sé que no lo voy a hacer, al menos no aquellos relatos literarios, pero trataré de usar esto como mi diario, una forma más de centrarme y no dejarme llevar por la rutina.
Y aunque apenas quede nadie de aquellos con los que tan buenos ratos pasé, sirvan estras lineas a modo de desahogo de nuevo y me ayuden a volver a encontrar mi lugar y mi pequeño espacio personal.

Adiós payaso, adiós

•18 noviembre 2012 • 4 comentarios

Vaya manera de empezar el domingo, el abrir el periódico y ver que ha muerto Miliki. La de veces que hemos coreado las canciones con él…

Ahora ya sólo nos quedan los payasos del gobierno. Una pena.

¡Reggetoneros temblad!

•12 septiembre 2012 • 6 comentarios

Llevaba unos días viendo hablar del fenómeno coreano del «gangnam style» por el ciberespacio sin saber muy bien a qué se refería. Y como con el amplio abanico de posibilidades que nos ofrece la tele últimamente como distración, deja mucho que desear, estaba pasando el tiempo por la red y me he decidido a buscarlo de una vez y darme por enterada.

Y madre mía lo que me he encontrado al buscarlo, si ha resultado ser un fenómeno de masas. La canción no tiene precio, la letraca currada, el bailecito, la puesta en escena… tengo los pelos como escarpias de la emoción, oiga. ¡Vaya temazo!

Y que conste que lo primero que me ha recordado ha sido a los super trabajados y poco ordinarios videoclips reggetoneros, pero vamos, que cualquier canción machacona del verano tiene los mismitos ingredientes que ésta.  Y aunque no se por qué, me ha hecho gracia el señor, supongo que tengo el día fácil.

Lo que manda cojones pelotas, es lo sencillo que es tener éxito con una canción de dos frases repetidas hasta el infinito. Y lo curioso es que la rara soy yo por escuchar metal, amosnomejodas.